que devoró impasible mi cordura
que derrumbó la imagen y el decoro
dejando sólo una feraz locura
Desdeñosa tormenta derrumbaste
la inocente imagen y con desdoro
sacudiste el cariño imperturbable
de aquella que bañé con besos de oro
Infatigable el tiempo en la clepsidra
me acercó a las tinieblas del infierno
con amargura el alma llena de ira
me ahogué decepcionado en un estero
Donde hundí para siempre tu perjura
en silente, olvidada sepultura

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