miércoles, 16 de octubre de 2019

Embajadores en México


México y Estados Unidos llevan casi doscientos años de relaciones diplomáticas. Desde 1825 hasta nuestros dìas, los representantes de los estados han visto por sus intereses  y beneficios,  pero también han procurado un  gran intercambio cultural. 

El mundo globalizado de hoy no podría entenderse si no fuera por el arte de la diplomacia. Si bien se forma de un conglomerado de conocimientos, por momentos se convierte en el arte de las buenas relaciones. Sin ella, los conflictos entre naciones terminarían en pleitos callejeros que podrían acabar en guerras inútiles y con la muerte absurda de soldados y civiles. 
Son los embajadores, los que representando a su país, llevan una agenda encaminada a representar los intereses de su patria, pero también de promover la cultura entre las partes involucradas. La gran mayoría pasan desapercibidos, al menos que un áurea de fama los presida. Tal es el caso de los mexicanos Octavio Paz, en la India, y de Carlos Fuentes, en Francia. Y hablando de nuestros vecinos del norte, han pisado suelo mexicano muchos y bien dotados para ejercer sus funciones; otros, no han sido tan afortunados y han dejado un mal recuerdo. Algunos recordarán a John Gavin, célebre por sus actuaciones en la cinta  Pedro Páramo (1967), y por el comercial televisivo realizado para la compañía de licores Bacardi, donde nos mostraba las bondades del famoso ron. Favorecido por su amigo y también actor, Ronald Reagan, Gavin  fue, sin duda alguna,  el antecesor más mediático, aunque no se le reconocen muchos éxitos en su gestión. Para ser justos con la historia de los embajadores, tendríamos que mencionar al no bien recordado Henry Lane Wilson, intrigoso y partícipe de la Decena Trágica, pasaje trágico que culmina con la muerte del presidente Francisco I. Madero. Este hecho propició su salida expedita solicitada por William Taft, presidente entonces de los Estados Unidos. 
Otro importante y precursor de los representantes de nuestros vecinos es Joel Robert Poinsett, ministro durante los años de la joven y  recién formada nación mexicana allá por los años de 1825  a 1829. Y como dato curioso la planta Nochebuena (nativa de México y Centroamérica y que forma parte de la  decoración navideña en muchas regiones del orbe), fue llevada por Poinsett a los Estados Unidos y cultivada con éxito, y en honor a él, lleva el nombre de la poinsettia. El 12 de diciembre, mientras nosotros celebramos a la Virgen de Guadalupe, en Estados Unidos se celebra el día de la poinsettia en conmemoración al día de la muerte de Joel Robert Poinsett. Todo esto sin dejar pasar que es el masón que introdujo a México el rito de york. 
Y el más reciente representante de la casa blanca, Christopher Landau, nos ha dejado ver que puede ser uno de los mejores en las relaciones internacionales del estado norteamericano. Su carisma y una amplia agenda cultural, han permitido que su nombre se escuche en las redes sociales. Son otros tiempos de comunicación mediática que han sido muy bien aprovechadas por el embajador: desde  la visita a la Villa de Guadalupe, a ciudades y sedes gubernamentales, hasta su altar del Día de Muertos, sin dejar pasar que nos mostró que también sabe chopear el pan de muerto en el chocolate.  Su cuenta en twitter con más de cien mil seguidores, ha sido bien conducida. Sus publicaciones han tenido un gran impacto en los cibernautas que sienten una relación de amistad y proximidad de Landau, con el pueblo de México. 


Desde la antigüedad en  imperios, reinos o ciudades, hubo quien llevara el estandarte con los intereses de su gobernante. Muchas veces sólo pactaban treguas o el inicio de una guerra. Así, Homero en la Iliada nos narra como se hicieron intentos para que Helena regresara con Menelao, como sabemos, sin éxito. 


Más tarde, los romanos con sus legati le dieron un poco de estructura a lo que podrìamos llamar un embajador. Tenìan que ser instruidos y dotados en el  uso de la palabra y de la persuasión. Se acercaban más a la idea de lo que es un polìtico más que a un militar.
Pero donde se considera la aparición formal del embajador es en Renacimiento en Milán con el duque Francisco Sforza. Supo encauzar la diplomacia para beneficio de su poder. 
Encomendó a Nicodemo de Pontremoli para representar sus intereses con la familia Medici, donde Cosme el Florentino y amigo de los Sforza, recibió con buenos ojos al primer embajador del mundo. 


Regresando al presente y a la realación bilateral México-Estados Unidos, el embajador republicano Christopher Landau se presenta como el portavoz moderno de la diplomacia, rompiendo estándares dando un paso adelante evolutivo en las relaciones internacionales. Han quedado atrás las “poses” y la idea esterotipada del diplomático detrás de un escritorio. 
Pero lo que más lo distingue es su empatía y su amplia agenda cultural en la que proyecta un dinamismo sorprendente. El contacto con la gente y su presencia mediática nos ha sorprendido haciendo de él el embajador más popular que haya tenido el vecino del norte. Ha llegado,  como él mismo lo ha dicho, “con la mano extendida”, y  que “Estados Unidos gana cuando hay un México próspero y estable, y México gana cuando hay un Estados Unidos próspero y estable”. 


Christopher Landau a entrado por la puerta grande: con el beneplácito del pueblo, un hecho  inédito en la historia de ambos países.  El nuevo legatus se abre camino a pasos agigantados en las relaciones internacionales  para  agregar un poco de historia en los intereses comunes de México y Estados Unidos.